domingo, 8 de julio de 2007

Alan se limpió de los huevos de maestros clasistas

Como pocas veces sucede en la historia, el Congreso de la República, aquel poder que coordina convenidamente acciones políticas con el ejecutivo, hizo coincidir la aprobación de la Ley de la Carrera Pública Magisterial con la celebración del Día del Maestro. Así, aquel día que antes servía para laurear con “Palmas Magisteriales” a los abnegados maestros, este año, fue el perfecto día para darle una cachetada al ego clasista. Y con ello, García Pérez, se sacó el clavo, en buena cuenta, se limpió de los huevos que le arrojaron en Ayaviri. Y la huelga continua…
El pasado 28 de mayo, cuando el presidente de la República ordenaba mentalmente su discurso repetitivo y refrito, para ensalzarse en la ciudad de Ayaviri, a donde arribó para repartir la ayuda limeña e internacional por el friaje, que por cierto ya mató a 30 niños en el altiplano puneño, fue interceptado por furibundos maestros afiliados al SUTEP, que ante la desatención de su huelga indefinida, le premiaron con pifias, le estrellaron huevos y las manos de aquel maestro que normalmente se baten a la orden de “las palmas clasistas”, ese día fueron útiles para lanzar al máximo representante de los peruanos, piedrecillas de la tierra del kankacho. Así fue la bienvenida clasista.

Entonces el mandatario, acostumbrado a los aplausos de esos que dejaba boquiabierto a sus seguidores en los ´80, sintió herido el ego y el orgullo en el piso, contestó lo que su inconciente y reflejo político le dictó, los maestros son “ociosos que no saben enseñar”. Realmente fue el peor piropo que García había parafraseado en sus años de gobernante; y no quedando contento con esas palabras injuriantes para el maestro peruano, ese mismo día advirtió, “quiero que vea el Perú cómo afronto a los ociosos y demagogos. No nos van a detener con un grito, no nos va detener el zafarrancho que hacen los que no saben enseñar, desde aquí notifico al SUTE que se acabó la mamadera, a estudiar y enseñar”. Era claro y evidente que se referiría a la próxima aprobación de la Ley de la Carrera Publica Magisterial. Y así fue.

Aquel día, los maestros de Puno al igual que los maestros de todos los rincones del Perú se sintieron injuriados y antes de asimilar y reflexionar sobre el término utilizado por García, los profesores –en los siguiente días- radicalizaron su protesta, atacaron colegios privados, sitiaron aeropuertos, tomaron las calles y se enfrentaron al Estado, y esto enojó aún más al jefe de Estado. En ese contexto, el retórico presidente peruano que por estos días nos enrostra el fantasma de la suba y las enormes colas de su primer gobierno, buscó la fecha propicia para vengarse de los más de 20 mil maestros que trabajan en la escuela pública puneña y de los más de 360 mil en todo el Perú, entonces ubicó el 6 de julio en su calendario, movió sus fichas en el desprestigiado Congreso, con la profesora Mercedes Cabanillas a la cabeza, y le propinó un punta pie en el trasero del maestro peruano; entonces el “clasista” entrenado en huelgas y sublevaciones a los gobierno de turno, recibió su patadita, cual Jesús Lora en plena campaña electoral de julio de 2005. Así, el señor García que fue herido en su ego y su investidura en Ayaviri, ahora se siente reconfortado, recuperado y sobre todo despejado de cualquier objeto dañino que haya podido dañar su autoestima.

Exactamente después de 8 días de su llegada a Puno, a través del Congreso de la República, hizo aprobar la Ley de la Carrera Pública Magisterial. Si, recordamos sus palabras del 28 de junio en Ayaviri, “desde aquí notifico al SUTE que se acabó la mamadera, a estudiar y enseñar”, podemos decir, que Alan García sí cumple lo que promete, pero sólo cuando a él urge. Las otras promesas como la Zona Franca Comercial, la creación de la universidad nacional para Juliaca, la carretera Interoceánica y sobre todo que “no habrá espacio para puestos carnetizados ni nepotismo”, son letra muerta.

Pero basta de lloriqueos. La crudeza de aquel término vomitado por García Pérez, tiene mucho de verdad, porque expresa el sentir de un grueso sector de los ciudadanos, porque nadie negará que en los últimos años la imagen del maestro esta muy venido a menos, o ¿alguien se siente seguro de que sus hijos reciben la mejor formación en la escuela pública?. Recordemos los resultados de la Evaluación Censal (Enero, 2007), “casi la mitad de los evaluados no resuelven problemas aritméticos simples y un poco más del tercio no alcanza una comprensión mínima en lectura”. Entonces nadie puede asegurar que hoy el maestro peruano, es causa admiración y respeto; o que es protagonista de los principales cambios de nuestra sociedad. Para ser precisos, la nueva generación de maestros está sepultando la imagen del amauta José Antonio Encinas y fácilmente está opacando a los escasos seguidores que tiene el puneño más brillante. La nueva generación se esta formando soñando en la estabilidad laboral, en la pretensión de percibir una remuneración sin mucho esfuerzo, así ésta sea la labor menos remunerada y unas de las más desprestigiadas.

Mientras la nueva Ley de la Carrera Publica Magisterial, es motivo de huelga indefinida para los profesores “clasistas” y “patriarojas”, para el común ciudadano es un alivio. Dicho de otra manera, saber que los “sacrificados” maestros, luego de desaprobar 3 evaluaciones consecutivas, perderán su estabilidad laboral, es una pésima noticia para el grueso número de nombrados, una oportunidad para los miles de egresados que, con título de maestría en mano, buscan su mejor tiempo; y una esperanza de cambio para los padres de familia, cuyos presupuestos no alcanzan las pensiones de la escuela privada.

Indiferente a los huevos que García recibió y el puntapié que éste les propina como respuesta a los maestros, la aprobación de la Ley de la Carrera Pública Magisterial, será el punto de partida de un leve giro de la historia educativa, quizá no tan importante como uno esperaría, pero igual la historia lo registrará. Si el gobierno aprista, se decidiera a incrementar el presupuesto del sector educación del 2.8% al 6%, otra sería la historia. Por ahora, habrá que contentarse con la esperanza de que el magisterio peruano pueda ser mucho más que huelgas y movilizaciones. Habrá que pensar que al romper la estabilidad laboral, se puede renovar los viejos y cansados maestros y con ello, mejorar la educación. En fin, habrá que confiar que los maestros que se quedan, presionados por las evaluaciones, brindarán mejor formación a nuestros hijos.

Una tarea queda pendiente para los legisladores y líderes de la sociedad civil, hacer que esta norma, no sea un instrumento de coerción y aniquilamiento del Sindicato Único de Trabajadores Educación del Perú – SUTEP.